SANTO DOMINGO. Como muchos emigrantes, María Marte partió hace doce años a España en busca de una mejor calidad de vida. Dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo, esta joven oriunda de Jarabacoa, norte de República Dominicana, consiguió -por vía de un amigo- que un restaurante del país europeo le diera trabajo.
"Me cogieron para limpieza, para fregar platos. Un día un compañero me preguntó qué más quería hacer en la vida, yo tenía 24 años para 25, y le dije, pues quisiera ser cocinera y me dijo, pues aprovecha que hay uno que se va y dile que te entren en la cocina. Yo tenía mucha vergüenza porque hablamos el mismo idioma, pero no nos entendíamos mucho", relata entre risas.
Tras tres meses de prueba, su antiguo jefe en el Restaurante Club Allard, le dio la oportunidad de entrar a la cocina para cumplir lo que creyó inalcanzable.
"Me dio la oportunidad, pero con la condición de que no podía dejar de fregar para entrar a la cocina". Fueron días de muchos sacrificios, admite en una entrevista que concedió vía Skipe a Diario Libre desde la cocina del Club Allard.
"Yo no tenía descanso, no era algo normal, porque entraba a las 9:00 de la mañana y salía a las 1:00 de la madrugada, muchas veces llegué a dormir en la escalera. No daba abasto, entraba a las 9:00, me ponía la chaquetilla para aprender a cocinar, a las 4:30 de la tarde me la quitaba y me ponía la ropa de fregar", detalla.
En esos tiempos, María debió aprender, pues aunque su madre fue una "gran pastelera", no tenía muchos conocimientos de cocina.
"Mi lucha era muy fuerte y constante, pero ha valido la pena, y eso es lo más bonito", precisa la dama, que ahora ostenta el cargo de chef gastronómica o ejecutiva del referido restaurante español.
Las dos medallas Michelin que ha obtenido, las define como un mérito a su gran esfuerzo, dedicación y constancia a través de doce años de trabajo en una misma empresa.
"Es algo mágico, porque en la historia de la Michelin sólo le había pasado a un cocinero de nacionalidad española y ahora me está pasando a mí", precisa la dama, con gran dinamismo.
"Esos premios son los que me dan la alegría de saber que todo mi largo sacrificio no ha sido en vano", agrega.
Cita un plato que disfrutas preparar
"Todos, porque las cosas que hacemos son tan especiales, pero ciertamente siempre hay un plato al que le tienes cariño y ese es un postre que le ha dado la vuelta al mundo, como mi historia. Se llama Flor de hibiscus", contesta, siempre seguida de una sonrisa.
"Lo hice en honor a la República Dominicana, porque yo vengo de tierra de flor, de color, de sabor y alegría", manifiesta con voz dulce.
Revela que incluso lo lleva tatuado.
Después de tu partida, ¿has visitado al país?
En doce años he visitado el país doce veces. Hubo un año que no fui, pero en otro fui dos veces. Suelo visitarlo en agosto, porque es cuando en España se toman las vacaciones. No he sentido la necesidad de ir a otro sitio, siempre he querido ir a mi tierra.
¿Tenías conocimientos de cocina antes de llegar a España?
Hice un curso de pastelería cuando apenas tenía 13 años, y eso fue lo que traje. Sin embargo, aprender a cocinar no me llevó mucho tiempo porque eso venía conmigo, pero fue una carrera muy dura.
María tiene tres hijos, el mayor, de casi 20 años, y dos mellizos de 15 años. Hizo un año y medio de sicología, pero no pudo terminar porque salió embarazada de los mellizos.
¿Qué concepto tienen tus hijos de ti?
Ellos están muy orgullosos de su madre, ahora se han dado cuenta de que su madre les dejó en aquel entonces, con tres añitos apenas, por un sacrificio que hizo por ellos. Ahora presumen de mí.
Planes futuros de María
Estoy en proceso de escribir mi primer libro gastronómico. Es un libro donde habrá un poco de todo, ahí estará mi historia, la más bonita del mundo.
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